Para 2015, se calculaba que cada argentino consumía en promedio más de 12 kilos de queso al año. Sus colores, olores, texturas, formas de elaboración y procedencias cautivan cada vez a más personas, a juzgar por esta tendencia que no para de acentuarse. Las historias detrás de cada variedad aumentan la mística de este producto exquisito cuya alta penetración en nuestro país tiene mucho que ver con la inmigración italiana. Hoy presentamos la historia del queso Mar del Plata, donde se entremezclan tradición, tambos, inmigración e italianidad.
Principales características del queso Mar del Plata
Si bien es común confundirlo con el queso pategrás, el queso Mar del Plata es mucho menos grasoso y picante. Su corteza es acerada, roja o amarilla y se elabora con leche parcialmente descremada, por lo que es considerado un queso semigraso. Su maduración puede llevar entre 4 meses y un año, y suele comercializarse en ormas pequeñas de no más de 1,5 kilos. Otra de sus características distintivas son los “ojos bien distribuidos” o agujeros.
El queso Mar del Plata también es conocido como “queso de postre”. En Argentina suele combinarse con batata o membrillo y juntos conforman el postre vigilante o simplemente “queso y dulce”, uno de los más populares y elegidos luego de un almuerzo o cena en casa, e incluso ofrecido en restaurantes.
Ex queso Holanda
En sus comienzos se lo denominaba queso Holanda. Este nombre hacía referencia a la raza bovina cuya leche se usaba para su elaboración. Pero además, por su parecido con otros quesos holandeses como el Gouda o el Edam.
El queso Holanda fue introducido en nuestro país durante las olas migratorias de fines de siglo XIX y principios del XX. Hay registros que indican que la producción local comenzó de forma sostenida a partir de 1933. La ligazón con Mar del Plata fue tan fuerte que muy pronto provocó el cambio de nombre, gracias a aquellos inmigrantes que se establecieron en la ciudad y la zona para dedicarse a los tambos y la lechería, proveyendo a veraneantes y residentes. Muchos de ellos eran, como bien sabemos, italianos.
Desde entonces, el queso Mar del Plata sería conocido como tal en cada rincón de la Argentina. “Suena lógico; después de todo las vacas, la leche y las manos con las que se hacía el queso eran marplatenses, ¿por qué no llamarlo entonces queso Mar del Plata?”.
Un queso para el postre o la picada
El postre vigilante es un ícono de la cultura argentina, y el 50% de su éxito viene dado por el queso Mar del Plata. Lo cierto es que la combinación con el dulce de membrillo o batata ha trascendido el territorio nacional: en Brasil, al mismo postre se lo conoce popularmente como Romeo y Julieta y en Uruguay como Martin Fierro.
Pero también es muy recomendado para armar picadas con fiambres y otros quesos. Para quienes gustan del vino, los especialistas recomiendan combinarlo con variedades de Cabernet, Malbec o Merlot.
Parmesano, reggianito, provolone… y Mar del Plata
Como bien reza este texto de la Pulpería Quilapán ubicada en San Telmo: “Aunque las carnes se lleven los laureles de la gastronomía nacional, los quesos no se quedan atrás. Ajenos a la tradición gaucha pero dignos hijos de la inmigración, éstos han sido, y aún hoy, grandes protagonistas de nuestra buena mesa. ¡Quién más que los italianos para cargarse tal empresa al hombro!”.
De Italia heredamos tantísimas cosas, entre ellas el amor por el queso. En el caso del Mar del Plata, nació para achicar la distancia con la madre patria y dar respuestas a nuestra forma de ser argentinos.
¡Muy interesante! No conocía la historia, me dieron ganas de salir corriendo a comer queso jajaja.
¡Qué rico es!