Hace siete años, Natalia Inglese armó las valijas, dejó Mar del Plata y se fue a Italia. Hoy, instalada en Milano, atiende su propia panadería, Doña Mimma, donde elabora medialunas, chocotortas y otros productos típicos argentinos.
Del mar a la gran ciudad, sin escalas
Hoy se conmemora el día del inmigrante italiano en Argentina, en reconocimiento a aquellos que con valor, trabajo y sacrificio, trabajaron por la grandeza de la Argentina. Los antepasados de Natalia, al igual que millones de italianos, llegaron al país con miles de sueños y proyectos. Natalia hizo lo mismo, pero a la inversa. Hace siete años eligió irse a Italia para tramitar la ciudadanía, y el país de sus antepasados terminó convirtiéndose en su nuevo hogar.
¿Cómo fue que tomaste la decisión de dejar Mar del Plata?
En noviembre se cumplen siete años. Hasta los 25 años viví en Mar del Plata y ahí decidí venirme a Italia para tramitar la ciudadanía con la idea de irme a trabajar a España por una cuestión de facilidad por el idioma. Pero, la ciudadanía tardó más de lo que tenía que tardar y para ese entonces ya había aprendido el idioma, había encontrado trabajo, ya tenía amigos entonces decidí quedarme. Al final fui a España, pero solo de vacaciones y luego me instalé en Milano.
¿Y ya tenías experiencia en el mundo de la gastronomía y la pastelería?
De chica habíamos hecho un curso de pastelería con mi hermana pero después seguí otro camino. De más grande trabajé un par de meses allá en Mar del Plata en un negocio y cuando llegué acá fue todo gradual. Empecé de a poco; primero trabajé en el restaurante argentino “Don Juan”, ahí empecé a conocer un poco más todo, me fui especializando, hice cursos. Con el tiempo llegué a ser capo pasticcere en “El Porteño“, después quedé embarazada y ahí surgió la idea de iniciar mi propio emprendimiento que es Dona Mimma.
¿Cómo fueron esos primeros meses sola en otro país?
Difíciles. Todos los días pensaba en volverme, extrañaba a mi familia, no sabía hablar italiano, los primeros meses me preguntaba ¿qué hago acá? Pero había tomado una decisión y tenía que seguir adelante. Después fue pasando, con el tiempo empecé a hacer amigos, a conocer el idioma y eso me ayudó mucho.
¿Y a Mar del Plata volviste alguna vez?
Dos veces. La primera fue al año y medio y después fui hace tres años, antes de quedar embarazada. Después estuvo la pandemia, vinieron de visita mi mamá y mi hermana, y ahora uno de mis hermanos se vino a vivir acá también. En realidad vinieron dos pero a uno no le gustó y se volvió, el otro se quedó y ahora trabaja acá conmigo.
¿Cuál fue la razón por la que elegiste Milano?
Cuando busqué lugar, encontré en Seregno una casa donde me hospedaban, me daban la residencia y desde donde podía tramitar la ciudadanía. Estuve allí una semana y luego me fui a Palma de Mallorca un mes a ver a una amiga. Cuando volví me puse a buscar trabajo y como Milano era la ciudad más grande y cercana a Seregno, me vine para acá; conseguí trabajo en un restaurante y ahí empecé a buscar un alquiler en la zona. Primero viví con una familia de egipcianos, una experiencia rara pero acá es muy común, después conocí a mi pareja y ya me fui acomodando un poco más.
¿Qué fue lo más difícil de mudarte sola a otro país?
Creo que la inclusión. Sobre todo por el idioma porque yo no hablaba nada de italiano y mi inglés era muy básico. Tratar de comunicarte y no saber ni siquiera preguntar dónde está una calle era muy frustrante. Me costó mucho, poder moverme sola, buscar, etc.
Por suerte cuando empecé a trabajar, como eran todos argentinos, se armó un lindo grupo y ellos me ayudaron mucho para conocer lugares, salir, aprendí a hablar el idioma. Fue como encontrar una segunda familia.
Hasta que llegó la idea de abrir tu propio local, ¿fue difícil?
Claro, seis años después, abrí Dona Mimma; abrimos hace 6 meses. Y sí, fue muy difícil, hay muchos requisitos y burocracia. Tuve que hacer un curso que te habilita a abrir el negocio, otro curso de primeros auxilios, anti incendio, etc. Fue terrible, de hecho sigo con trámites y hace 6 meses que abrí. De hecho cuando inauguré pensaba que como el local es chico iba a ser fácil manejarlo sola pero no, por suerte ahora está mi hermano que me ayuda.
¿Cuáles son los productos que más se lleva la gente?
Las facturas y los alfajores son el top. Después están las tortas de cumpleaños que hago a pedido con decorados, azúcar, etc. Las empanadas también tienen bastante demanda. Digamos que esos productos en general gustan en Italia y se consiguen, pero las facturas creo que somos los primeros en ofrecerlas acá en Milano y de a poco ves cómo se van acostumbrando a esta novedad, a llevar su docena. Al principio pedían una, después dos, tres y de a poco los vamos “argentinizando”.
¿Piensan vender productos italianos también en un futuro?
No, porque perderíamos la esencia. Por ahí usamos algunos ingredientes pero en casos específicos, sino no. La Nutella por ejemplo no la usamos, salvo que me la pidan expresamente para una torta, prefiero ir por el dulce de leche siempre.
¿Y de Mar del Plata extrañás algo?
La playa principalmente. Salir a la noche y sentir el aire lindo de verano, caminar por la costa. El último año antes de venirme vivía a una cuadra de Manolo y de la playa y me gustaba andar por ahí. Es lo que más me falta y acá la ciudad se apaga temprano, a las 2 o 3 de la mañana ya termina todo.
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