Alguna vez fue una confitería y también un boliche de moda, hoy es una construcción abandonada y semiderruida, lejos de sus años de esplendor. Hablamos del Parador Ariston, obra del arquitecto y diseñador industrial Marcel Breuer, el único legado que dejó en América Latina uno de los mejores valores que dio la escuela de Bauhaus.
Historia del Parador Ariston
Marcel Breuer fue uno de los principales maestros del Movimiento Moderno que mostró un gran interés por la construcción modular y las formas sencillas. Sus edificios se caracterizan por el empleo de materiales naturales, como grandes bloques de piedra sin pulimentar, madera u hormigón rugoso.
Fruto de la fama que adquirió a lo largo del tiempo, durante la Segunda Guerra Mundial, Breuer viajó a Buenos Aires convocado por la UBA con el objetivo de dictar un curso en la Facultad de Arquitectura. Fue durante esa temporada que recibió la propuesta de realizar el parador en la zona sur de Mar del Plata.
Breuer realizó el boceto y posterior proyecto del parador que luego llevaron a cabo los arquitectos argentinos Eduardo Catalano y Francisco Coire. Las obras se hicieron durante agosto y septiembre de 1947, con el propósito de ser un lugar de entretenimiento y reunión social que realzara la zona, con vista al mar. Fue durante esa época justamente que la ciudad vivió un cambio profundo ya que Mar del Plata dejó de ser el lugar de veraneo de las aristocracia argentina para convertirse en el símbolo de las vacaciones de la clase media.
Del esplendor al abandono
Cuando se inauguró el Parador Ariston fue todo un acontecimiento. La construcción de sinuosas curvas con una vista panorámica del mar perfecta llamó rápidamente la atención de los marplatenses y los turistas.
El lugar funcionó durante sus primeros años como una confitería y restaurante; en la planta baja se ubicaba el guarda ropas y los servicios. Allí también se encontraban las dependencias destinadas a la cocina, cuartos del personal y depósitos. La escalera caracol llevaba al primer piso, donde había un gran salón con mesas y sillas, todas ellas con vista al mar.
Su gran momento de esplendor llegó a fines de la década del ’60 y principios del ’70, cuando se transformó en una importante discoteca que se mantuvo en actividad hasta bien entrados los años 80, y allí empezó su etapa decadente.
En el año 1993 funcionó como un lugar de comidas llamado “Brumas y Arena” y aunque ya se había empezado a notar el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, seguía funcionando. Sin embargo, en 1996 el lugar cerró y comenzaron los actos de vandalismo que fueron dañando la construcción.
Hoy el lugar se encuentra en un estado total de abandono. no queda ningún ventanal en pie, los techos tienen humedad y las paredes están graffiteadas. Además, la naturaleza hizo lo suyo y la maleza creció alrededor y en algunos sectores internos de la construcción.
Una nueva oportunidad
Durante años los vecinos intentaron, sin éxito, que el Parador Ariston fuera declarado patrimonio histórico para recuperarlo y devolverle sus años de esplendor. Lo más cerca que estuvo de ello fue en 2015 cuando se presentó un proyecto para su restauración y recuperación como centro comercial, pero nunca llegó a realizarse. Hasta que apareció Vanessa Bell, una joven dispuesta a lograr lo imposible: recuperar el Parador Ariston.
Vanessa es una periodista y curadora especializada en arquitectura y diseño que firmó un contrato con los dueños del Parador de Marcel Breuer, para comprar y restaurar esta emblemática construcción. “Tengo seis meses para recaudar fondos para adquirirlo con mi fundación“, contó hace poco en una entrevista.
El desafío se trata de “un proyecto filantrópico” que se llevará a cabo a través de la Fundación Ariston, que está en etapa de gestación. La periodista debe recaudar US$300.000 (el valor que se fijó para lo que queda de la propiedad). A partir de allí iniciará una nueva recaudación para financiar el proceso de restauración.
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