Café Concert, bar, teatro, espacio artístico, casa, disco de Vinicius de Moraes… Todo eso (y mucho más) fue La Fusa, que se transformó en un mito de la bohemia de los 70. Decenas de artistas que marcarían la cultura argentina en los próximos años pasaron por este ícono, que tuvo una recordada versión en la agitada noche marplatense, en Playa Grande.
Felipe Oscar “Coco” Pérez y Silvina Muñiz fueron los creadores de este Café Concert que se transformó en una leyenda y cambió varias veces de ubicación. Primero en Punta del Este, luego en Buenos Aires y, finalmente, llegó a Mar del Plata en el verano de 1971. Los traslados se debían a cuestiones artísticas, pero también políticas. La decisión de dejar las temporadas en Uruguay se produjo en medio del clima de violencia de principios de la década, con la guerrilla Tupamaros enfrentada al Gobierno.
Ya en La Feliz, habría ocupado por algunas semanas un chalet en la calle Chubut, pero el lugar que lo vio desarrollarse fue una mansión que pertenecía a la familia Zuberbühler. Estaba en la esquina de Aristóbulo del Valle y Rodríguez Peña, en el corazón de Playa Grande. Lamentablemente, hoy ya no existe y allí hay un edificio.
Bohemia y vanguardia en Playa Grande
“De repente se puso súper de moda; empezaron a venir no sólo los intelectuales y la gente más progre, también los famosos y los miembros de la clase alta. Era el lugar al que había que ir, porque todo lo que había era bueno“, recordó Belén Pérez Muñiz, hija de los creadores de La Fusa y su leyenda. “En las temporadas de verano, mis padres alquilaban grandes casas, y todos los artistas vivían con nosotros. En un ala de la casa dormíamos todos los hijos, en la otra los grandes”, rememoró Pérez Muñiz.
Ese verano de la experiencia de La Fusa marplatense de 1971 habían alquilado una casa en Alem, a poca distancia del local, en Playa Grande. “Por ahí nos levantábamos a la mañana y ellos estaban llegando de La Fusa. Se ponían a tocar y nos hacían sentar en ronda a escuchar“, recordaba la mujer, que entonces era una niña.
“Fue un reducto cultural donde se gestaron muchas cosas”, analizó, en una entrevista con Página/12. Recuerda que era un espacio de vanguardia, con artistas que llegarían a ser primeras figuras, pero al que también acudían las clases altas para conocer las últimas tendencias.
La lista de artistas que pasaron por el local de Playa Grande incluye a músicos como Mercedes Sosa, Susana Rinaldi, María Martha Serra Lima y Horacio Molina. También a humoristas que serían fenómenos de público, como Les Luthiers, Antonio Gasalla o Carlos Perciavalle. Además de artistas tan diversos como María Elena Walsh, Marilú Marini, Amelita Baltar, Norman Briski o Marta Minujín, entre tantos otros. Además de dos hijos predilectos de la ciudad: el artistas plástico Federico Peralta Ramos y el gran músico Astor Piazzola.
Un mito de la música brasileña
“Mucha gente no sabe que La Fusa no fue sólo un disco” de Vinicius de Moraes, recordó Pérez Muñiz. La Fusa es hoy una leyenda de fama mundial por su visitante más ilustre. Actuó en varias oportunidades y grabó dos LP sobre esos shows, tanto de sus presentaciones en Buenos Aires como en Mar del Plata.
“Venían muchos artistas brasileños, porque en pleno proceso en el Brasil podían mostrar acá lo que en su país estaba prohibido”. Es el caso de Chico Buarque.
Recordó que después del primer show fueron a comer, “empezaron a cantar, y él se subió arriba de las mesas para cantar, a los gritos, ‘A pesar de voce’, revoleando la camisa”. Esa canción estaba prohibida en Brasil. “Era una escena extraña en un hombre tan tímido, pero evidentemente había una carga de liberación en todo aquello”, analizó.
La Fusa fue una leyenda no sólo porque influyó en los siguientes 50 años del arte argentino. También marcaría a fuego la música popular brasileña, con un disco que tiene la impronta de ese país, pero sello marplatense.