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Roberto Cova: sinónimo de la historia de Mar del Plata

Roberto Cova - El nombre de Roberto Cova es sinónimo de la arquitectura e historia local

El nombre de Roberto Cova es sinónimo de la arquitectura e historia local. Muchas personas desconocen a la Mar del Plata de antaño, que fue conocida como la “Biarritz del sur”. La casa de Cova, sus fotografías, dibujos y documentos reflejan a una Mar del Plata que ya no existe pero que él desea preservar a través de sus libros.

Roberto Cova: su historia

Nacido el 23 de agosto de 1930 en Mar del Plata, desde niño, Roberto Cova se interesó mucho en la historia y en la arquitectura. Tal fue su interés que realizó sus estudios sobre arquitectura en la Universidad de Buenos Aires obteniendo su título de grado en 1954. Un tiempo después entró, por primera vez, al Archivo de Construcción de la Municipalidad de General Pueyrredon que se volvería su segundo hogar y lugar predilecto para hilvanar sus historias.
Cova fue profesor de la Escuela Nacional de Educación Técnica de la Nación y del Colegio Pablo Tavelli. Asimismo, desempeñó diversos cargos docentes en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Mar del Plata y en el Instituto Municipal de Estudios Superiores local.
En 1974 fue miembro fundador del Gabinete de Estudios Históricos Regionales. En la década del 1990 fue, durante dos años y medio, Asesor Histórico Honorario del Museo Villa Mitre. Para el 2000 fue declarado ciudadano ilustre de Mar del Plata. A mediados del 2017, donó su vivienda al Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires para que sea una Casa Museo.

Roberto Cova - Muchas personas desconocen a la Mar del Plata de antaño, que fue conocida como la “Biarritz del sur”.
El arquitecto disfruta compartir anécdotas e historias de aquella Mar del Plata conocida como la “Biarritz del sur”.

¿De dónde viene su familia?

“Siempre me interesaron mis orígenes. Yo soy argentino, al igual que mis padres y dos de mis abuelos, pero mis ocho bisabuelos eran italianos. En 1886, mi abuelo, del lado paterno, vino sólo con sus dos manos. Con el tiempo, se comprometió con mi abuela y le prometió que la mandaría a buscar cuando tuviera una casa. Y así lo hizo. Dos años después, mi abuela vino a vivir a su propia casa cuando antes nunca habían tenido nada. Eran campesinos sin tierra, que es lo peor que podía suceder“.

¿Por qué estudió Arquitectura?

“La mejor herencia que uno les puede dejar a sus hijos es la educación. Cuando mi padre cumplió doce años fue mandado por su madre a trabajar con un carpintero, para que aprendiera el oficio. Ella decía que el hombre que tenía un oficio no se iba a morir de hambre. Él, que murió de muy joven y era analfabeto, quiso que yo estudiara. ‘Este chico tiene que estudiar’, protestaba.
Yo estudié arquitectura por mi padre. Él se dio cuenta de que para ser un buen trabajador necesitaba saber dibujar. Para hacer una biblioteca, por ejemplo, hay que pensarla y medirla antes. Entonces, fue a aprender con un francés que trabajaba en la Rambla Bristol y que tenía una academia de dibujo. Asimismo, fue instruyéndose a través de clases por correspondencia. Con el tiempo, se armó un tablero, compró dos escuadras, se hizo una regla T y hasta aprendió a como se le saca la punta a un lápiz para dibujar. Y eso se lo enseñé a mis alumnos”, cuenta Roberto Cova.

¿Cuándo surge la veta de investigador e historiador que lo llevan a escribir y publicar sus libros?

“¡Ustedes no saben lo que es pasear por Mar del Plata! He caminado hasta 150 cuadras por día, en parte gracias a los grandes paseos que hacía con mis padres. Todos los chalets y la historia local la conozco porque ellos me la inculcaron.
Me recibí a los 24 años, al año empecé a trabajar con un ingeniero y tuve que ir al Archivo Municipal. A partir de esa visita, me di cuenta que en los archivos estaban los datos de la historia. Entonces, la primera cosa que se me ocurrió hacer luego de haber ido al archivo municipal, fue ir al archivo de la catedral. En el archivo del juzgado de paz estaba todo: los líos vecinales, los nacimientos, los fallecimientos y las peleas. Incluso, los robos.
Cuando tenía 36 años, por la década del 60, la Municipalidad promovió una serie de concursos sobre libros históricos. Yo me presenté y gané dos premios. Después, la Municipalidad de Balcarce convocó a la escritura de un trabajo histórico sobre ese partido y gané de nuevo. Ese premio incluía la edición de la obra y eso me movió a seguir escribiendo. Dicen los que saben que eso fue de lo que mejor que he escrito porque es corto pero relata una gran historia”.

Si tuviera que elegir tres lugares de Mar del Plata que reflejen historia, legado y arquitectura ¿cuáles elegiría?

“Tres veces al día paso por el chalet Ortiz Basualdo (Museo Juan Carlos Castagnino) que lleva el nombre de mi tío. Y esas son las cosas que le hablan a mi corazón. Yo veo el chalet y noto cosas que ustedes no pueden comprender. Amo esa casa y conocí a varios caseros que me contaban historias. Es un emblema de la ciudad y una bella casa.
Por otro lado, lo que más me gusta ahora es lo que más me gustaba en mi infancia: la costa pedregosa. Esas rocas siempre me llamaron la atención y tengo una anécdota sobre eso. Mi facultad en Buenos Aires era muy historicista y allí siempre se hablaba de castillos, fortalezas, palacios y de todo lo que viniera de Europa. Una de esas historias relataba que un rey de Inglaterra había edificado un palacio real en una zona costera que se llama Brighton. Yo viajé para conocerlo. Al llegar, sentí algo raro, un aroma particular en el aire que me decía algo. Sentía lo mismo que sentía al estar en la costa pedregosa de Mar del Plata. Recordaba que había leído un libro sobre pesca donde se explicaba que la razón de ese aroma tan particular que yo olía eran las algas. En esa costa de Inglaterra y en Mar del Plata estaban las mismas algas. El aroma de esas plantas me transportaba y eso lo aprendí después. Eso que a mí me enloquecía de chico, aún me sigue conmoviendo“, destaca el arquitecto.
“Yo solía conocer a todos los chalets marplatenses de memoria. Ahora ya se han demolido casi todos y yo fui memorizando todo sobre esas residencias y hasta tuve el privilegio de conocer algunas de ellas. Y no saben todo lo que demolieron. En la Avenida Colón no existían los edificios. En más de treinta años vi cambiar el perfil de la ciudad. Cuando se edificó la Torre Tanque yo tenía trece años. Y cuando se podía visitar yo le insistía a mi papá para que me llevara. Subía y me quedaba absorto porque se veían todos los techos rojos de los chalets. Esto era en el año 43. Hay muchas otras anécdotas. ¡Pero no puedo contar todas las historias! Demasiadas para una vida, insuficientes para satisfacer al lector”, concluye Roberto Cova.

Roberto Cova - Variaciones Marplatenses Sobre La Casa Chorizo.
Último libro publicado del infatigable historiador marplatense.

Principales trabajos

1966. Pedro Luro. Un pionero de la pampa.
1968. Síntesis Histórica de Mar del Plata.
1969. Memorias del Partido del Balcarce.
1982. Arquitectura marplatense (El Pintoresquismo)
1990. Casas Compactas en Mar del Plata 1877-1989.
1992. La calle 9 de julio entre san Juan y Jara.
2006. Mar del Plata. El Barrio del Oeste. 1876 – 1940.
2007. Mar del Plata Ayer.
2013. Variaciones marplatenses sobre la casa chorizo y otras historias.

Roberto Cova: sinónimo de la historia de Mar del Plata ultima modifica: 2019-10-30T08:00:58-03:00 da María Martínez Palacios

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