La construcción natural no es nada nuevo, pero si redescubierto. Aquellas construcciones hechas con ladrillos de adobe y techo de paja o de chapa hoy son signos del boom de la bioconstrucción, las casas ecológicas y la arquitectura sustentable. Incluso, en Mar del Plata se pueden apreciar ejemplos de ese tipo de construcción que va ganando nuevos adeptos día a día.
¿Qué es la bioconstrución?
La construcción natural o bioconstrucción es un método de edificación antiguo. Este plantea el construir con materiales de bajo impacto ambiental o ecológico, y/o extraíbles mediante procesos sencillos y de bajo costo como, por ejemplo, materiales de origen vegetal y biocompatibles. De este modo, priman la utilización de elementos naturales, de energía solar, de materiales reciclables, etc. Así, se ayuda a crear un desarrollo sostenible que no agote al planeta. Básicamente, se busca que sea generador y regulador de los recursos empleados.
Hoy, en la provincia de Buenos Aires, al igual que en Bariloche y las sierras cordobesas, ha crecido el interés por la construcción natural. Y aunque el fenómeno se concentra en las zonas alejadas de las grandes ciudades, ya hay movimientos para cambiar la legislación y permitir el uso del barro en la ciudad.
Una experiencia marplatense sobre bioconstrucción
Luego del nacimiento de su hija, el fotógrafo Ricardo Tamalet empezó a plantearse cuestiones que durante muchos años habían estado suspendidas en su inconsciente. A través de estos planteos y muchos otros fue que comenzó a imaginarse un cambio de vida. Investigando se topó con el término de bioconstrucción y, en base a sus premisas, Ricardo construyó su casa.
Luego, impulsado por todo lo aprendido durante el proceso, se volcó al objetivo de ayudar e instruir a otros sobre bioconstrucción. “Me interioricé sobre la construcción natural, que me fascinó. Descubrí que había ejemplos tanto en Egipto como en nuestro propio país; en el norte todo es hecho en barro. Lo que sucede es que ahí hay que romper con muchos prejuicios que tenemos: de no ver al barro como una cuestión de pobreza y de precariedad cuando vemos que hay construcciones de hace miles de años que están edificadas en adobe y siguen en pie, por ejemplo. Además, hay que reconocer que esta clase de obras tienen muchas más ventajas a nivel energético, de calefacción y de salud“, explica Tamalet. “La construcción en adobe se dejó de lado en un momento gracias a la modernización de los métodos de construcción (…) Es demostrar que se puede vivir de otra manera: que se puede utilizar al sol para calentar e iluminar, que se pueden hacer menos aberturas del lado sur para evitar el frío“.
¿Es reacia a la bioconstrucción la gente?
“Se tienen muchos prejuicios. El tema es que muchos lo rechazan por no querer entenderlo. Critican al que vive de ese modo pero no se preguntan porque lo hace. Yo he invitado personas a mi casa y cuando la ven, empiezan a cuestionarse más al respecto. Recomienzan a verlo de otra manera. Se sorprenden sobre se mantiene el calor dentro de la vivienda. Además, las construcciones actuales, muchas veces, poseen serios problemas de edificación, son frías, contaminan, etc.”
¿Qué falta para que las bioconstrucciones sean cada vez más, para que la gente piense en ellas seriamente?
“Primero que haya más construcciones, luego que haya mano de obra capacitada. A medida que se den esas cosas, se podrá avanzar. Antes no se sabía que era pero la gente ya se fue familiarizando con el concepto de construcción natural. Otras de las cosas que faltan son políticas que entiendan y apoyen este tipo de obras, Y que dentro de esas políticas se incorporen capacitaciones. Hay que demostrarles a los vecinos como es la construcción natural porque la crítica es lo primero que surge. Cuando se quedan sin argumentos, ahí empiezan a entender y ver las cosas de otra manera”.
