Cuando un grupo de alumnos y docentes del Instituto Industrial Pablo Tavelli comenzaron a crear las primeras estufas solidarias, nunca imaginaron que llegarían tan lejos.
Dos años después, cuentan con una comunidad en Facebook de casi 20 mil seguidores que han replicado sus planos cientos de veces en distintos puntos del país y el continente. No solo su prototipo es innovador, sino que se destaca por la finalidad solidaria con la que nació y aún hoy conserva ese espíritu.
Conversamos con Fabio y Fernando, los profesores que encabezan el proyecto, para que nos cuenten los detalles de la iniciativa.
Un método de calefacción pensado para los hogares vulnerables
“Comenzamos en mayo de 2018 donando estufas a las comunidades del sur de Mar del Plata, donde el Colegio Don Orione realiza acciones solidarias desde hace unos cuantos años”, relatan los profes. Las mismas fueron diseñadas y armadas íntegramente por alumnos de séptimo año de la secundaria del Colegio Industrial perteneciente a la Obra Don Orione.
Estas estufas permiten a las familias de bajos recursos contar con un método de calefacción económico y seguro. Los docentes coinciden en que se trata de un proyecto con múltiples propósitos. “Para empezar, las estufas otorgan calefacción segura, evitando el uso de braseros y artefactos eléctricos caseros. Pero además, al promover la construcción logramos que los usuarios intervengan en el proceso constructivo y desarrollen capacidades constructivas básicas. Por último y debido a la gran demanda de estufas, se generó mano de obra para los herreros y constructores que ven en la estufa solidaria una salida laboral“.
¿Qué otros diferenciales tiene la estufa solidaria frente a los métodos de calefacción convencionales?
“El principal diferencial de nuestra estufa es el costo. En Mar del Plata, por unos $2000 de materiales se puede construir una estufa. Respecto a otros sistemas a leña como los hogares, tienen la ventaja de tener una combustión más eficiente. También le ganan a las “estufas rocket” de barro, que son demasiado grandes para ambientes pequeños.
Incluso resultan mejores que una salamandra de hierro. Esto sucede porque al estar construida con ladrillos y barro, una vez apagado el fuego, sigue largando calor por unas horas. Sin dudas, la estufa solidaria es significativamente más segura que un brasero o un artefacto eléctrico casero”.
Los docentes calculan que una vez comprados los materiales, en una jornada de trabajo de 8 horas puede armarse íntegramente una estufa. La simpleza de sus materiales y la rapidez para construirla fueron otras cuestiones determinantes para que en pocas semanas la estufa solidaria comenzara a replicarse en otras localidades.
Estufas solidarias y amigables con el ambiente
“El proyecto estufa solidaria colabora indirectamente con el cuidado del medio ambiente ya que promueve el uso de restos de poda para su funcionamiento”, aseguran los entrevistados. Esto reduce los microbasurales en los barrios más vulnerables de la ciudad, que justamente fueron los primeros en beneficiarse con esta iniciativa. También promueve la quema eficiente de leña con estufas de doble combustión que aprovechan intensivamente el recurso. Esta mejora fue introducida recientemente en un hecho rediseño con una nueva camada de alumnos, y supervisada por los mismos docentes.
“Los materiales utilizados en la construcción de la estufa son 100% reciclables ya que solo se utiliza hierro, ladrillos y barro”, agregan. El triple impacto económico, social y medioambiental es evidente.
“Red estufa solidaria”: ampliando las fronteras
“Recibimos más de 40 mensaje diarios de fabricantes de todo el país y algunos de Chile, Uruguay, México, Perú, Ecuador y Bolivia. Por nuestro lado, brindamos asesoramiento para que puedan construir su estufa”, cuentan Fernando y Fabio. El orgullo se mezcla con la sorpresa porque cada vez más personas se animan a construir la suya, para su propio uso o para otros. Por eso decidieron armar una red para poner en contacto el conocimiento, la mano de obra y las necesidades. Actualmente cuentan con más de 150 inscritos de toda Latinoamérica.
A través de un formulario, los interesados puede inscribirse ya sea para vender estufas, para ayudar a otros a armarlas o para donar mano de obra. “La idea del mapa es simplemente hacer de nexo entre la persona que no sabe cómo construir la estufa y el constructor que está dispuesto a dar un servicio, ya sea gratuitamente o pago”. Una vez más se ve reflejado el espíritu solidario de la iniciativa, que apuesta a compartir el conocimiento, no a retenerlo.
Desde el comienzo decidieron “liberar” los planos del proyecto y compartir el conocimiento adquirido, cuando podrían haber patentado el modelo y monopolizado su construcción y distribución. ¿Por qué tomaron esa decisión?
“Al ver las repercusiones y la enorme cantidad de pedidos de estufas que comenzaron a llegarnos de todo el país, decidimos liberar los planos y fomentar la autoconstrucción. Era imposible hacer frente a la demanda, y tampoco era el espíritu con el que nació estufa solidaria.
El proyecto fue mutando y actualmente fabricamos muy pocas estufas; estamos abocados al desarrollo de nuevos modelos y al asesoramiento técnico. En este sentido, durante 2019 realizamos algunas charlas gratuitas de capacitación en distintos barrios de Mar del Plata”. El proyecto nunca perdió su esencia y lo ratifica en cada nueva etapa.
La estufa solidaria no se detiene a pesar de la cuarentena
Para terminar, consultamos al equipo coordinador cuáles son los próximos pasos, teniendo en cuenta que al ser una iniciativa en el marco de un taller escolar, la cuarentena dificultaría su ejecución. Sin embargo, aunque no pueden concurrir a la escuela para seguir construyendo sus estufas, siguen asesorando permanentemente a través de su página de Facebook y desarrollando un modelo local de doble combustión compacto.
“Tratamos de involucrar a nuestros alumnos de forma virtual, para avanzar en la elaboración de planos y manuales de uso e instalación”. Para el proyecto estufa solidaria la pandemia no es impedimento para seguir creciendo.
