Vespa Club Mar del Plata: pasión de multitudes

¿Quién no soñó alguna vez con recorrer las calles de Roma arriba de una de Vespa? Una moto tan italiana como el Coliseo, la Torre de Pisa y la Scala di Milano. Seguramente muchos recordarán escenas memorables del cine italiano como aquella en la que Audrey Hepburn y Gregory Peck recorrían justamente las calles de la capital de Italia a bordo de una Vespa en la película “Vacaciones en Roma”. También el clásico “La Dolce Vita” donde la Vespa era la moto elegida por los paparazzi para ir en busca de las celebridades.
A lo largo de los años la Vespa se transformó en una moto muy querida y este año celebra su 75º aniversario, más viva que nunca. En Argentina la pasión por este ciclomotor no es la excepción y desde hace años los fanáticos del scotter más famoso del mundo se reúnen a través de los Vespa Club.
En Mar del Plata existe el Vespa Club Mar del Plata, cuyo presidente es Matías Esposito, un verdadero apasionado por esta moto italiana que ha llegado a poseer tres ciclomotores de distintos años y que lleva en la piel (literalmente) ese amor por la Vespa. Sin más prolegómenos, los invitamos a conocer la historia del club y de la moto “eternamente joven”.

“Bello, mi sembra una vespa”

La historia de la Vespa tiene a dos grandes protagonistas: Rinaldo Piaggio y Corradino D’Ascanio. Ellos fueron los padres fundadores de la moto que vio la luz en 1946, en el Club de Golf de Roma. Tras varios proyectos frustrados, D’Ascanio llegó un día con un diseño revolucionario para la época: una moto que tenía el motor sobre la rueda posterior, y un brazo delantero similar al tren de aterrizaje de un avión.
Cuenta la leyenda que cuando Piaggio vio ese particular modelo exclamó: “Bello, mi sembra una vespa” (bonita, parece una avispa, en italiano) ya que la moto tenía la parte trasera más gruesa, y se conectaba a la parte frontal a través de una cintura delgada. Además, el manillar era parecido a las antenas de las avispas. Así nació la mítica Vespa Piaggio.

Poco a poco la moto fue calando hondo entre los aficionados y, gracias a su particular diseño, entre los jóvenes. Piaggio y D’Ascanio fueron mejorando el ciclomotor e incorporando nueva tecnología darle mayor velocidad, autonomía y, sobre todo, elegancia. Así fue como nació la Vespa 98 Corsa, un pequeño bólido que triunfó en la cronoescalada de Monte Mario.
Con el correr de los años y las décadas, la Vespa fue evolucionando y adaptándose a los tiempos por venir, pero nunca perdió su esencia, espíritu de libertad y juventud eterna.

El Vespa Club Mar del Plata y su vínculo con Fangio, el primer influencer y embajador de la marca

Hablar hoy de influencers es algo que ya está instalado en gran parte de la sociedad, pero hace 70 años era algo raro. A fines de la década del ’50, Juan Manuel Fangio ya era una persona de renombre en el mundo del automovilismo. Fangio ya había ganado varias competiciones y era uno de los pilotos más respetados. Su buen nombre, fama y prestigio hicieron que pudiera llegar a un acuerdo con Vespa Piaggio y así fue como en el año 1958 trajo por primera vez la Vespa a la Argentina.

Diarios y revistas de la época testifican esto con anuncios que rezan: “El campeón mundial, utiliza la Vespa”. O avisos que decían: “La motoneta que más se vende en el mundo. Distribuidor exclusivo Juan Manuel Fangio y Cía.”
Al poco tiempo, la Vespa comenzó a venderse y casi de inmediato los fanáticos del scotter comenzaron a reunirse en torno a su ciclomotor favorito. Así fue como nació el primer Vespa Club, nada más y nada menos que en Mar del Plata.
“Dicen que el Vespa Club Mar del Plata fue el primero en Argentina y Sudamérica en tener una sede social. Hay registros de que en el año 1958, el Vespa Club Mar del Plata le mandó un diploma de reconocimiento a Fangio. Sin embargo, al poco tiempo ese club desapareció y no se supo más nada“, cuenta Matías Esposito, actual presidente de la institución.

Los Vespa Club en Argentina y el mundo

“Daniel Tormey es un mecánico de Mar del Plata que es socio fundador del Vespa Club Argentina y a su vez formó lo que sería la segunda etapa del Vespa Club Mar del Plata, a fines de la década del ’90. Por una cuestión de costos y falta de interés, el club volvió a desaparecer y resurgió hace ya ocho años de forma definitiva y oficial. El Vespa Club Argentina es el ente que nuclea a Mar del Plata, Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba, Bahía Blanca, Mendoza y San Juan. Desde que existe esta entidad, la pica de más antigüedad la tienen Rosario y San Juan. El club nacional es el que se encarga de organizar reuniones anuales donde se tocan distintos temas. Nosotros como club solicitamos tener un encuentro anual propio y así nació el MDQ Run, que se celebra el segundo fin de semana de marzo. Pero todo lo que hagan los clubes tiene que ser validado por el Vespa Club Argentina y por el Vespa World”, explica Matías sobre el funcionamiento de la institución.

Un club de amigos con espíritu solidario

Actualmente el club cuenta con 42 socios, los cuales llevan a cabo distintas actividades que van más allá del fanatismo por la Vespa. “Hacemos el MDQ Run, viajamos y compartimos buenos momentos, pero también hemos hecho varios eventos solidarios y a beneficio. En Navidad solemos vestirnos de Papá Noel y vamos a hogares de chicos con las motos y bolsas llenas de juguetes y golosinas. También hemos hecho donaciones de alimentos no perecederos. Nos gusta poder ayudar a los demás”, cuenta Matías.
El Vespa Club Mar del Plata también suele reunirse con otras agrupaciones y viajar hacia otras zonas lejanas para compartir un momento de camaradería. Esa unión también se replica hacia otros clubes de países limítrofes. “En mi casa he recibido gente de Colombia, Italia. En Mar del Plata solemos recibir a los socios de otros países y los hospedamos en nuestras casas. Los invitamos a comer, les damos un techo para descansar, le llevamos la moto a Daniel y le damos un service completo sin cargo. Nos gusta ser amables“, agrega Esposito, dando sobradas muestras de la solidaridad que caracteriza a este grupo.

“En Mar del Plata incluso recibimos a Raúl Ricaurte, un hombre de Quito que viajó hasta Ushuaia en una Vespa y volvió a Ecuador y ahora busca ir hasta Alaska. Tenemos buena relación con la gente de Brasil, Paraguay, Colombia“, relata el presidente.

Un aniversario marcado por la pandemia, pero con las ganas de siempre

El 75º aniversario de la Vespa se disfrutó de una manera diferente. A causa de las restricciones por el Covid-19, solo pudieron hacer un reconocimiento interno donde sacaron algunas fotos. También se unieron a la asociación Nuevas Generaciones TERRA de Mar del Plata, invitados por Marcelo Carrara. “Fuimos hasta la calle Venecia, en Santa Clara, y sacamos algunas fotos con las motos ahí, pero no mucho más. Tratamos de estar presentes en eventos y donde nos llamen, hay un espíritu de familia. Incluso antes de ser club, teníamos una agrupación llamada Vespa Family. Nos mueve ese espíritu de disfrutar y ser compañeros”, explica Matías.

Anécdotas por mil y un verdadero grupo de amigos

Años en la ruta forjando una amistad a prueba de todo hicieron que el Vespa Club Mar del Plata acumulara más de una aventura y miles de anécdotas. Como la que relata Matías a continuación, sin dejar de asombrarnos: “Hay mucho de acompañarnos en la carretera, sobre todo a los más nóveles. Los más experimentados vivimos más de una historia. Por ejemplo, una vez a un socio se le quemó la junta del cilindro y Daniel lo reparó con el aluminio de un cartón de tetra brik y poxipol de alta temperatura. Y el tipo fue y volvió con la moto así”.
“Otra vuelta, en el Cerro El Mate en Tandil a uno se le rompió el caño del acelerador en el medio del cerro. Agarramos una rama y con un cortaplumas le sacamos punta, la metimos adentro del caño del acelerador y arrancó con eso. El tipo volvió de Tandil con una rama clavada en el manillar del acelerador”, rememora.

Con el fanatismo a flor de piel

El fanatismo de Matías por la Vespa va más allá de todo. El presidente del Vespa Club Mar del Plata tiene desde medias con el diseño de la moto hasta una alfombra de baño, llaveros, modelos a escala, y hasta un tatuaje. “Mi primera Vespa fue una modelo Bajaj, que se fabricaba en la India. Después compré la modelo ’98, en el 2008 y todavía la tengo, es mi compañera fiel que me llevó a todos lados”, cuenta emocionado.
Esa pasión nació de la mano de su hermano, que tenía una Vespa y Matías apenas la vio quedó fascinado y no paró hasta tener la suya propia. Hoy tiene otra modelo ’99 “para todos los días” y hasta hace poco tenía una modelo primavera que vendió para invertir en una cervecería que está por inaugurar y que será la nueva sede del club.
“Todos los que quieran sumarse son bienvenidos, no hace falta tener una Vespa. Pueden contactarnos por las redes sociales e inscribirse. La verdad es que la moto me dio miles de alegrías, me brindó la oportunidad de conocer gente de todas partes y descubrir un montón de lugares. La vespa sin dudas es parte de mi vida”, cierra Matías, mientras a lo lejos se escucha el rugido de la moto que encontró la fórmula de la juventud eterna.