Para hacerle frente a las largas jornadas de cuarentena y compartir un grato momento, los juegos de mesa se han convertido en grandes aliados de las familias y grupos de amigos. Ya sea en su formato clásico o en sus variantes digitales, estos pasatiempos conjugan la capacidad de entretener con el fomento de variadas destrezas.
Juegos de mesa MdP: compartiendo una afición
En Mar del Plata, desde el 2013 funciona un Club que nuclea a los amantes de los juegos de mesa. Conversamos con Emiliano, Nicolás y Rodrigo, tres de sus primeros integrantes, para que nos cuenten sobre los comienzos del Club y los encuentros que organizan. ¡No te pierdas sus recomendaciones con los mejores juegos para entretenerse en cuarentena!
¿Qué los motivó a crear un club de juegos de mesa? ¿Cuándo se creó, cuántos integrantes eran al comienzo y cual fue el primer juego que propusieron jugar?
Emiliano: “Juegos de Mesa MdP nació de forma muy espontánea, por las ganas de un grupo de amigos de jugar y desafiarse. Empezamos a organizar las reuniones en 2013, en las que probábamos diferentes versiones en prototipo de un juego bélico que se llamaba Resistencia. El juego era divertido, pero su desarrollo era muy largo.
En esas reuniones empezamos a explorar el universo de juegos de mesa surgidos en las últimas décadas, a la vez que aparecían juegos en formato Print and Play. Así conocimos juegos como Carcassonne, Amotinado, Mall of horrors y otros, que se podían hacer con pocos elementos y que tenían una escasa difusión en nuestro país.
Comenzamos con los primeros eventos públicos en un bar de la ciudad llamado ‘La Bodeguita’. Entre los primeros asistentes había profesores de Educación Física atraídos por las propuesta lúdica, así como personas de la comunidad ‘Couchsurfing Mar del Plata'”.
Nuevos juegos y el gran salto
“Después de algunos encuentros volvimos a reunirnos en casas particulares y abiertos a la comunidad de nuestra página en Facebook, por lo que se fueron sumando nuevos participantes. Así conocimos a Jo Rivadulla, que estaba creando un juego llamado Cavernaria y que diseñó el logo del Club y a Bruss Brussco, que acababa de editar el juego Kinmo.
La comunidad fue tomando volumen hasta su retorno a los encuentros públicos en 2016“, agrega Emiliano.
¿Qué actividades proponen desde el Club?
Emiliano: “En los últimos dos años hemos organizado reuniones mensuales en el Club Español el primer viernes de cada mes. En estas reuniones llegamos a reunir 90 participantes. También hemos realizado talleres de diseño lúdico, reuniones específicas de testeo de prototipos o para jugar y evaluar los juegos de mesa que participan en el concurso Premios Alfonso X al mejor diseño de juegos de mesa”.
Rodrigo: “También creamos la liga de Blood Bowl, que es un juego inglés de miniaturas. En las reuniones hacemos demostraciones para enseñar cómo jugarlo”.
Quién quiere ser presidente: lo último
Nicolás: “En mi caso personal, me sumé al Club para testear un desarrollo propio. Es un juego de negociación política que se llama ¿Quién quiere ser presidente?, con el que recorrimos muchos encuentros y clubes de juegos de mesa en distintas provincias”.
Durante casi dos años lo testeamos en los encuentros en el Club Español y en cada oportunidad pudimos introducir mejoras en la mecánica del juego. La recepción fue muy buena, llegamos a tener muchísimos interesados, mesas completas y gente esperando para jugar.
En enero de este año lanzamos el juego al mercado y antes de la pandemia teníamos previsto hacer la presentación oficial, pero tuvimos que suspenderla por la cuarentena”.
¿Cuál creen que es el atractivo de los juegos de mesa en la era digital? ¿Qué competencias, habilidades, destrezas creen que potencian?
Nicolás: “En cada encuentro ratificamos el enorme potencial de los juegos de mesa como herramientas que desarrollan la creatividad, la memoria y la inteligencia, predisponen para la negociación y la administración de recursos. Además funcionan como dispositivos de socialización.
En la sociedad atomizada en la que vivimos no es fácil encontrar propuestas para divertirse con personas de distintas edades en un breve espacio de tiempo. En el club se han generado amistades que aún perduran y que se reúnen por fuera de los encuentros mensuales para seguir jugando.
Pienso que el contacto cercano y la interacción cara a cara hacen que el juego de mesa sea elegido como primera opción por cientos de personas para pasar su tiempo libre”.
Emiliano: “Creo que es un dato curioso que pese al amplio desarrollo de los videojuegos, los juegos de mesa gocen de una enorme vigencia, incluso en sus formatos digitales.
También es relevante comentar que una parte considerable de las tendencias de diseño lúdico van orientadas a una articulación entre lo analógico y lo digital. Cada vez más son los elementos analógicos con los que el videojuego interactúa (dispositivos kinetic, geolocalización, realidad aumentada). Mientras que en los juegos analógicos es muy frecuente la incorporación de apps y elementos digitales mezclados con dados, tableros y figuras de cartón. Esto se da en el caso de juegos como X COM o Alquimistas.
Pienso que el fuerte de los juegos de mesa puede relacionarse con aspectos de sus condiciones de realización, que siempre implican un contacto cercano con los otros. En las últimas décadas encontramos muchos juegos que se han corrido de la mera estrategia y el azar, para ejercitar otras capacidades sociales como la negociación, la interpretación gestual y las habilidades lingüísticas”.
¿Por qué piensan que los juegos de mesa se renuevan y popularizan pese a que el ocio y la recreación se viven mayormente en “modo digital”?
Nicolás: “Cada tendencia de una época tiene su reacción. Cuando los juegos de mesa emergen con el Catán a la cabeza, en la década de 1990 está ocurriendo el fenómeno de la masificación de las computadoras personales.
El nuevo siglo introdujo Internet y los smartphones, lo que radicalizó la tendencia hacia lo digital. En este contexto, la reacción hacia lo analógico era esperable pero, como ocurre cada vez, nunca se vuelve igual que antes. La reacción analógica es más general; los juegos de mesa son una parte pequeña de ella. Lo paradójico de esta reacción analógica es que muchos de sus desarrollos y de sus jugadores provenían del mundo de los videojuegos“.
Rodrigo: “Sin dudas la adaptabilidad de los juegos es clave. Con la llegada del Catán se produjo una metamorfosis en los diseños de los juegos. Poder jugar un juego hasta el final sin ser eliminado y reduciendo los tiempos son otras cuestiones importantes. El surgimiento de una enorme cantidad de juegos de lo más variados terminó de consolidar esta tendencia”.
Emiliano: “Juegos emblemáticos como el Monopoly, el Life o el Risk siguen gozando actualmente de gran popularidad, pero es difícil que un grupo adulto encuentre tiempo para jugarlos. En este sentido, creo que la supervivencia de los juegos de mesa se explica también en términos de evolución de su diseño.
Los juegos de mesa actuales, por ejemplo, han reducido considerablemente su duración y la cantidad de jugadores que requieren. Esto les ha ganado una mayor popularidad. Pero curiosamente, a partir de la realización de eventos de juegos y convenciones han reaparecido los juegos hasta ocho o diez participantes, que tal vez hace diez años no hubieran tenido lugar”.
¿Qué juegos clásicos y modernos recomiendan a quienes quieran incursionar en este mundo?
Nicolás: “Hay una interesante cantidad de juegos de iniciación y para todos los gustos. Me gusta mucho el juego del argentino Luis Marcantoni Conejos en el huerto, un juego rápido y divertido. Otro juego ideal para batirse con varias personas y evitar a los saboteadores es el juego de cartas del belga Fréderic Moyersoen, Saboteaur“.
Rodrigo: “Hay opciones para todos los gustos, pero si tuviera que recomendar uno sería el Carcassone: fue el primer juego en el que participé en las reuniones del Club y es muy entretenido”.
Emiliano: “Hay muy buenas propuestas en lo que tiene que ver con juegos de cartas. Para alguien que no está familiarizado con los juegos modernos un juego como el Dominion puede ser una buena puerta de entrada”.
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