Fue noticia hace unos días y causó furor, despertando la memoria gustativa de los amantes de lo dulce y lo salado. La churrería más famosa del país desembarcará en la ciudad en los próximos meses con un local en la zona del paseo comercial de Güemes. Aprovechamos para repasar la historia de los churros El Topo, llena de matices y anécdotas únicas.
Churros El Topo: la historia de un clásico
En su sitio web los creadores comparten con lujo de detalles su historia. Según cuentan, Hugo y Cacho, porteños, amigos y socios, intentaron durante la década del 60 abrir churrerías en Buenos Aires sin éxito. Finalmente, por consejo de un amigo decidieron probar suerte en Villa Gesell, una pequeña localidad balnearia cuya expansión recién comenzaba. (Años después, Villa Gesell sería testigo del nacimiento de otro clásico: los panqueques de Carlitos).
Volvamos a la historia incipiente de churros El Topo. Hugo y Cacho montaron el emprendimiento en un local chico, alejado del centro. Un letrista le puso forma, color y nombre al sueño: al sobrio “Fábrica de churros” sugirió sumarle “El Topo” en honor a un personaje entrañable de la televisión de entonces, conocido por todos: el Topo Gigio. El otro sello distintivo de la marca también surgió en ese momento: los socios decidieron escribir churros al revés, para que los paseantes se vieran obligados a detenerse y leer.
Luego de la apertura del primer local gesellino en 1968, llegaría el segundo en Necochea al año siguiente, en donde tampoco había churrerías. La perseverancia de esos primeros años tuvo su recompensa: cada verano, los churros El Topo eran más y más buscados por los turistas y se convirtieron en “la factura del verano”. La producción arrancaba de madrugada para satisfacer al público joven que salía de los boliches y cerraba la jornada con un churro de El Topo.
Más variedades de churros, más productos, más locales
Para esa misma época alcanzaron otro hito: crearon y popularizaron los churros rellenos con queso azul, que ganaron algunos detractores pero muchos más fanáticos. Posteriormente la oferta de churros dulces y salados se ampliaría con opciones veganas de batata, membrillo, almendra, hummus, palta; de jamón y queso, de leber, crema pastelera, cheddar, aceitunas y muchos más.
Pasaron los años, y con los cambios en el contexto y las preferencias de los compradores la oferta de El Topo se fue ampliando, incorporando desde medialunas de manteca y chips hasta panchos. Los fundadores dieron paso a las siguientes generaciones, que apostaron por la expansión territorial. Hoy en día, El Topo es la churrería con más sucursales en el país; cuenta con varias en Capital Federal y en otras ciudades del interior.
El secreto del éxito
En la página web de El Topo, una sección invita a conocer más sobre las franquicias de la popular churrería. Pero al hacer clic…
“Gracias por su interés, pero la nuestra es una empresa familiar y no vendemos franquicias. ¿Lo entiendes?”. Con esta simpática respuesta, los creadores revelan su ingrediente secreto: la clave de su éxito está en la calidad, y la calidad se preserva con pertenencia.
Por fortuna para los marplatense, a la muy buena oferta de churros locales y marcas emblemáticas como Manolo o Churros Mar del Plata, en los próximos meses se sumarán los churros El Topo.
Autor foto de portada: cherrypatter.
¡Qué rico!
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