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“Los Sorrentinos”, una deliciosa historia familiar novelada

Los Sorrentinos - Tapa de la novela

“Hace poco más de un siglo, una familia partió de Sorrento y se instaló en Mar del Plata para abrir un hotel y luego una trattoria cerca de la playa…”.
Esa familia son los Vespoli y la trattoria, uno de los emblemas gastronómicos de la ciudad: la Trattoria Napolitana. Allí se cocinaron cientos de historias entrañables y los primeros (y para muchos, los mejores) sorrentinos de Mar del Plata.
La cita del comienzo corresponde a la contratapa del libro “Los Sorrentinos” de Virginia Higa, editado por Sigilo en 2018 y que ya lleva varias reimpresiones. En esta excepcional novela, Virginia describe en clave de ficción el devenir de una familia inmigrante, sus sueños y dificultades con el negocio familiar como telón de fondo.

“Mirar a la propia familia con los ojos de otro”

Su historia de vida marcó en gran parte el camino que transita la novela. “Nací en Bahía Blanca en 1983 y viví en varias ciudades porque de chica mis padres se mudaron mucho: Mar del Plata, Río Tercero y Buenos Aires, donde estudié Letras. Hace dos años y medio vivo en Suecia y trabajo dando clases de español y como traductora literaria. Voy por mi tercer invierno acá y todavía no entiendo cómo se hace para vivir con tanta oscuridad”, nos cuenta Virginia.
Ese “estar y no estar” cerca de los vínculos y las historias entretejidas a lo largo de los años y las generaciones le permitieron vivirlas, recordarlas y ponerlas en palabras de una forma especial.
Hay otra circunstancia que posibilita esa suerte de desdoblamiento. Y es que por parte paterna, Virginia es descendiente de japoneses. Es decir que su identidad está invariablemente marcada por dos idiosincracias muy fuertes y claro está, diferentes. “Me siento muy afortunada por tener estas dos culturas en mi vida. En algún momento fue un tema a resolver, cuando me empezaba a preguntar quién era, dónde estaba mi identidad. Sobre todo en la adolescencia, cuando sentimos que nos tenemos que definir”.

Los Sorrentinos - Foto familiar.
“De los italianos rescato el vigor, la pasión por la vida, el drama, el sentido del humor. De los japoneses la lealtad, el amor por las tradiciones, el sentido de comunidad, la alegría tranquila y un cierto estoicismo para aceptar las realidades de la vida”, reflexiona Virginia al evocar sus raíces. PhotoCredit: Virginia Higa.

“Con el tiempo me di cuenta de que esa doble pertenencia permite mirar a la propia familia con los ojos de otro. Una especie de corrimiento constante, que creo que es muy beneficioso para la literatura”.
A partir de esto surge la pregunta: ¿”Los Sorrentinos” narra hechos ficticios o reales? La autora dice que mitad y mitad. “Yo pasé los primeros años de mi vida en el restaurante, y muchas de las escenas las presencié y las guardé en la memoria. A veces las comentaba con algún familiar y ellos no las recordaban, la memoria tiene eso de extraño. Pero muchas otras son recreaciones ficcionales a partir de recuerdos colectivos; escenas narradas muchas veces por la familia que yo no viví pero que crecí escuchando como cuentos”.
Gracias a esa capacidad de “ver con otros ojos” y posicionarse como una suerte de observadora participante es que surge esta novela, tan deliciosa como los sorrentinos que los Vespoli inmortalizaron décadas atrás.

Tres disparadores, innumerables historias

Hablar de la propia familia sin hacerlo desde la pertenencia resulta tan sugestivo como original, y a la vez es toda una declaración de principios.
Ante la pregunta de cómo o cuándo descubrió que la historia de los Vespoli era un buen argumento para una novela, Virginia cuenta que “en algún momento del proceso de escritura, después de casi un año de estar metida en ese mundo familiar, todo comenzó a estructurarse de una manera armónica. Yo empecé a escribir escenas sueltas que sucedían en el restaurante y al empezar a acumular escritura aparecieron los tres ejes de la novela”.
Según ella misma cuenta, “Los Sorrentinos” es a la vez la historia de Chiche Vespoli, la descripción de las palabras del léxico familiar y la historia de la pasta rellena que los haría famosos. Estos tres disparadores se hilvanan naturalmente con el restaurante familiar como telón de fondo y locación principal de los acontecimientos.
El Chiche, su abuelo y mentor de la Trattoria es el protagonista indiscutido. Con su personalidad y sus inolvidables intervenciones y anécdotas aporta frescura y picardía a la novela.
Respecto de lo que Virginia denomina “las palabras del léxico familiar”, funcionan como una invitación a avanzar en la lectura y descubrir los diferentes usos y significados que cada personaje les dan.

Los Sorrentinos - Chiche Vespoli de niño.
El pequeño Chiche posa junto a su hermana Carmen, que en la novela es Carmela. PhotoCredit: Virginia Higa.

Catrosho, papoccia, chinasos, mishadura, son solo algunos de los neologismos acuñados por los Vespoli, que Virginia inmortaliza al sacarlos a la luz y ponerlos en tensión. Al comienzo de la novela, la autora incluyó una bellísima cita de Natalia Guinzburg con la que anticipa la importancia que otorga a este eje: “Esas frases son nuestro latín”.
Finalmente, el hecho de ser los Vespoli los creadores de los sorrentinos de jamón y queso es la tercera pata, el dato de color para una trama argumental enhebrada con maestría.
Los tres ejes que estructuran la novela están atravesados por otras temáticas universales. Por caso la inmigración, en este caso italiana, y la (re)construcción de la propia identidad.

Italia y la inmigración

Es muy interesante la visión de Virginia sobre la relación de su abuelo y del resto de los personajes con su patria de origen. “Tenían una relación de mucho cariño con Italia, cariño y nostalgia, pero al mismo tiempo ellos eran argentinos.
Su identidad era una especie de tercera realidad, no eran del todo italianos ni del todo argentinos. Es algo que suele pasar con los hijos de los inmigrantes, que crecen en un mundo en el que sienten que no pertenecen del todo.
Más que italianos eran napolitanos, o sorrentinos. Me di cuenta últimamente de que eso es algo bastante común en los italianos. Son más de su región que del país entero. El Chiche y sus hermanos tenían mucho amor por Sorrento, Nápoles y la costa amalfitana. No sé si tenían una relación tan fuerte con otros lugares de Italia.
Los valores que transmitieron a las generaciones más jóvenes creo que tienen que ver con una cierta cultura familiar hecha de referencias muy específicas, del cine, la cultura popular, la comida. Yo pensaba que eran cosas muy particulares de esta familia pero desde que se publicó el libro mucha gente me comentó que sentía mucha identificación y los hacía acordar a su propia familia”.
Siguiendo la narración, en el caso de la familia Vespoli pareciera haber una cierta libertad de elección a la hora de dejar Sorrento e instalarse en Mar del Plata. No es el típico caso de ciudadanos huyendo de la guerra y de sus consecuencias sino más bien lo contrario. Son una familia acomodada que decide dejar todo y probar suerte al otro lado del océano. Sobre esto, Virginia reconoce no tener claro los motivos ni el por qué de esta decisión.
“Es cierto que tenían un buen pasar económico en Sorrento, una casa enorme, negocios… No tengo claro por qué se fueron a la Argentina, y de hecho al principio iban y venían, no se terminaban de instalar en ningún lado. Supongo que eran un poco aventureros o inquietos”.

La Trattoria Napolitana, un emblema de la gastronomía de Mar del Plata

Luego de que el Chiche, alma matter del restaurante falleciera, sus descendientes continuaron con el emprendimiento familiar con el mismo ahínco.
El lugar sigue igual hace décadas. Creo que nada cambió, más allá de que el Chiche ya no está. Es reconfortante que algunas cosas no cambien, son como pilares, lugares que dan seguridad. Me imagino que por eso los clientes históricos siguen yendo, es como si ahí dentro se hubiera detenido el tiempo”, se enorgullece Virginia.

Una historia familiar que trasciende las fronteras

“Los Sorrentinos” tuvo una excelente acogida no solo entre los lectores argentinos, ya que también se tradujo al italiano y al sueco. A propósito de esto, la autora rescata algunas anécdotas y experiencias.
“Los comentarios más emocionantes de lectores extranjeros fueron dos: una bibliotecaria italiana que tiene un taller en un centro de salud mental en la región de Abruzzo me contó que leyó la novela con las personas que están ahí internadas y que los conmovió mucho, sobre todo la historia del tratamiento de electroshock del Chiche cuando era niño. Muchos de ellos vivieron cosas parecidas y los tocó profundamente. Me escribieron un mensaje y me pidieron que les mandara un video. Saber todo eso fue maravilloso para mí.
También pasó otra cosa rarísima: después de que salió el libro en sueco me invitaron a charlar sobre la novela y sobre otros temas a un podcast sobre fútbol italiano acá en Estocolmo. Lo escuchan sobre todo hombres, fanáticos del calcio, y según me cuenta mi editor sueco, son los que más están comprando el libro. ¡Fue muy inesperado y divertido!
Después tuve muchos comentarios de gente en Argentina. Muchos me dicen que la familia del libro les recuerda a la suya. Una señora me contó que tuvo que dejar de leer porque le dio un sofoco en la parte en que aparece la modista pobre y vuelan unas motas de polvo en el aire. Parece que la hizo acordar a una experiencia de su infancia.
Nunca se sabe cómo van a leer lo que escribiste, yo no dejo de sorprenderme”.

PhotoCredit imagen de portada: Juliana Monacchi.

“Los Sorrentinos”, una deliciosa historia familiar novelada ultima modifica: 2020-01-03T21:43:56-03:00 da Juliana Monacchi

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